domingo, 30 de septiembre de 2018

Pintores del barroco

Caravaggio:

Salvo en sus principios, Caravaggio produjo mayoritariamente pinturas religiosas. Sin embargo, a menudo escandalizaba y sus lienzos eran rechazados por sus clientes. Dos de los reproches habituales eran el realismo de sus figuras religiosas rozando el naturalismo temprano, así como la elección de sus modelos entre la gente de más baja condición. ​En lugar de buscar bellas figuras etéreas para representar los actos y personajes de la Biblia, Caravaggio prefería escoger a sus modelos de entre el pueblo: prostitutas, chicos de la calle o mendigos posaron a menudo para los personajes de sus cuadros.
Crucifixión de S. Pedro.
David con la cabeza de Goliat



Rubens: Tres datos sobre este pintor genial

1. Orígenes agitados. Peter Paul Rubens nació el 28 de junio de 1577 en Siegen, Westfalia (actual Alemania), en el seno de una familia calvinista flamenca que, debido a las revueltas y persecuciones religiosas, había huido en 1568 de Amberes a Colonia. Allí su padre, Jan Rubens, de profesión abogado, fue nombrado asesor jurídico de la segunda esposa de Guillermo de Orange, Ana de Sajonia, de la que se hizo amante. El príncipe descubrió el adulterio y Jan Rubens pasó dos años en la cárcel; tuvo que pagar una fianza y se le impuso residir en Siegen. Fue allí donde, tras ser perdonado por su esposa, tuvieron a su sexto hijo: Peter Paul. 

2. Uno de los pintores más prolíficos. A lo largo de su carrera, Rubens trató una amplia variedad de temas: religiosos, históricos, mitológicos, cinegéticos, paisajes, retratos... Se conservan aproximadamente mil quinientos cuadros suyos. Una producción tan elevada fue posible debido a la extensión de su taller, donde al parecer trabajaban en cadena. Entre sus discípulos o ayudantes estuvieron Cornelis de Vos y Anton van Dyck. Además de los lienzos, dejó casi nueve mil dibujos, así como ilustraciones para libros y diseños para tapices.

3. Su mejor cliente: España. Fue el pintor favorito del rey Felipe IV, su principal cliente, que le encargó decenas de obras para decorar sus palacios y fue el mayor comprador de los bienes del artista en la almoneda que se realizó tras su fallecimiento. Por ello, la mayor colección de pinturas de Rubens se conserva hoy en el Museo del Prado (Madrid): unos noventa cuadros, la gran mayoría procedentes de la Colección Real. Otros museos con abundante representación de su arte son el Museo Real de Bellas Artes de Amberes, la National Gallery de Londres o el Museo de Historia del Arte de Viena.

Las tres gracias (pincha sobre la imagen)



Rubens mantiene la composición del italiano, pero cambia la relación entre las tres figuras que están conectadas entre sí a través de los brazos, el velo y sus miradas, es decir, psicológicamente, dando así nueva unidad al grupo. También ha cambiado el canon de belleza, empleando el típico de sus pinturas, con mujeres entradas en carnes pero proporcionadas, elegantes. La sensación de movimiento y gracia que irradian las tres jóvenes es excelente, obteniendo el efecto de invitar al espectador a integrarse a la escena. Las flores de la guirnalda superior y el fondo de paisaje acentúan la belleza del conjunto. El fuerte foco de luz que utiliza el maestro resalta el colorido perlado de las muchachas, en cuyos rostros creen algunos reconocer las facciones de las dos esposas del pintor -Isabella Brant y Hélène Fourment- mientras otros opinan que se trata de diferentes variaciones de ésta última. La belleza femenina de la pintura de Rubens está resumida en este magnífico trío.

Jardín del amor (pincha sobre la imagen)




El jardín del amor, también conocido como El jardín de las Gracias, es una obra realizada en óleo sobre lienzo cuya datación aún es hoy discutida. Parece seguro que el lienzo fuera pintado tras su segundo matrimonio – Rubens había enviudado en 1626- con Hélène Fourment, celebrado en 1630. La vida con Hélène supuso un brote de brisa fresca para el artista, ya entrado en años. Sus obras comenzaron a adquirir un tono más amable y colorista expresión de la felicidad que el artista vivía junto con su nueva esposa.
La obra representa un conjunto de personajes galantes reunidos en el exterior de un palacio celebrando una pequeña fiesta. En el centro de la composición vemos representada a la nueva mujer del artista.; ésta aparece acompañada por un entusiasta grupo de amigos que charlan y se divierten en las más variadas posturas. Sus ropajes son galantes indicándonos cómoda posición social. La ambientación exterior parece ser que podría tratarse de la casa de campo que en propio Rubens poseía a las afueras de Amberes.
El jardín del amor bien podría tratarse de una escena cotidiana en la vida del artista pero la presencia de pequeños puttis por el jardín, nos remiten a una composición de tipo alegórico. Muchos de estos angelotes portan en sus manos símbolos del amor y la presencia de una fuente representando a las Tres Gracias y otra a la diosa Venus, representando un original de Gian Bologna, hacen referencia a las virtudes del matrimonio.
Velázquez:

Las Meninas (pincha sobre la imagen 
Las interpretaciones son múltiples, y traen de cabeza a historiadores desde hace siglos. De hecho ya existe un desorden psiquiátrico propio: el Síndrome de la Fatiga de Las Meninas (SFLM), que padecen algunos investigadores que se pasaron buscándole el sentido al cuadro.
Lo que está claro es que algunos de los personajes ahí retratados parecen mirar hacia afuera del cuadro, hacia nosotros. Algo llama su atención.
  1. Si los reyes no están en la sala pero se reflejan en el espejo, lo lógico es pensar que Velázquez está pintando su retrato. Los reyes posan para el artista y la imagen del cuadro aparece en el espejo, pero en realidad ellos están donde estamos nosotros.
  2. Otra opción es que Velázquez está trabajando en palacio cuando de pronto entran los monarcas. Algunos se percatan y levantan la mirada. Como los reyes están donde estamos nosotros como espectadores, se reflejan en el espejo del fondo.
  3. Hay quien afirma que Velázquez pinta en realidad a las propias meninas y en ese momento aparecen los reyes. Así que lo que en realidad aparece en el lienzo (del que solo vemos su bastidor por detrás) serían Las Meninas dentro de Las Meninas. Lo que pinta Velázquez es la pintura misma que nosotros estamos viendo. Puro arte conceptual en el siglo XVII.
  4. Se ha llegado a especular que Velázquez, fue un viajero en el tiempo adelantado a las teorías cuánticas y la relatividad, y lo que está representando en su cuadro es a los mismos espectadores del cuadro. ¡Velázquez nos está pintando a nosotros! Ciertamente, cuando pasas delante de Las Meninas en el Prado, el artista nos mira claramente y el espectador se convierte de alguna manera en la cuarta dimensión de la pintura.
Sea la interpretación que sea, Velázquez nos mete de lleno en la pintura y nos invita a jugar, a pensar, a descifrar lo que está sucediendo justo en ese instante congelado en el tiempo como una fotografía. De hecho, muchos consideran a «Las meninas» precursor también de la fotografía ya que capta un instante congelado de una manera más «fotográfica» que «pictórica».





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